Un revestimiento para fachadas de otra época: EL ESGRAFIADO

Un revestimiento para fachadas de otra época: EL ESGRAFIADO

Un revestimiento para fachadas de otra época: el esgrafiado. En este artículo nos adentramos en una técnica de revestimiento y decoración de fachadas de otros tiempos: el esgrafiado. La técnica más usual en toda España durante la historia ha sido el esgrafiado “a dos tendidos”. Se trata de un esgrafiado cuyos motivos van a contar con dos planos a la hora de su realización, jugándose ahora con los efectos de la textura, color, relieve y contraste de luces y sombras. 

Qué es el esgrafiado, distintas técnicas para ejecutar este espectacular revestimiento

Qué es el esgrafiado, distintas técnicas para ejecutar este espectacular revestimiento

Un revestimiento de otra época: el esgrafiado. En su proceso puede hablarse de tres variantes:

  1.  Sobre el enfoscado bien humedecido se extiende el primer tendido, cuyo acabado será rugoso, fruto de la acción del fratás (existen casos en los que el hecho de haber dejado este primer tendido con un acabado liso, ha terminado por arruinar el trabajo, ya que ha de buscarse la trabazón de las capas sucesivas para evitar desprendimientos).

El primer tendido suele ser el de color más oscuro, puesto que el resultado es mucho más limpio que si se hiciera a la inversa (existen ejemplares tales como ciertas imitaciones de ladrillo, en que el tipo de trabajo impone colocar en primer lugar el color más claro). En el momento en que la primera capa ha tomado cierta consistencia – manteniendo su humedad – se tiende sobre ella otra de distinto color que se enlucirá (en Segovia es frecuente encontrar ambos tendidos del mismo color). Una vez que este último tendido tiene el punto de dureza idóneo (el suficiente para que la plantilla o el estarcido no se adhiera a la superficie del revoco, ni se llegue a la superficie del revoco, ni se llegue tampoco al extremo de que esté tan duro que no se pueda rascar) se comienza a marcar el diseño, para pasar después a rascar aquellas zonas que van a quedar en profundidad hasta que se descubre el tendido anterior; esta acción de esgrafiar comienza con el perfilado del motivo, cortando el revoco con un utensilio afilado o un vaciador, y termina con el rebaje de las zonas escogidas hasta el segundo plano. El corte del motivo ha de hacerse a bisel; su función es presentar una superficie inclinada por la que resbale el agua de lluvia, así como dotar al ornamento en relieve de una base mayor, obteniendo una mejora en la resistencia; por otro lado, a la hora de perfilar los motivos, el corte a bisel permite conseguir unos contornos más limpios y mejor trazados que con un corte perpendicular al revoco; por último, otra de sus ventajas es la de facilitar la labor final de limpieza. Es por todo ello que el corte a bisel es común a todas las técnicas de esgrafiado.

  1.  La variante anterior presenta un problema: a la hora de esgrafiar, ambos revocos están tiernos, de manera que si el operario no es muy hábil puede profundizar en exceso y llegar a descubrir el enfoscado, o dejar el revoco que se extendió en primer lugar con una superficie irregular, cuando lo idóneo es que quede plano. Esta segunda variante intenta solucionar ese problema; para ello se aplica la primera capa exactamente igual que en el caso anterior, pero se espera al día siguiente para dar la segunda y esgrafiar (esta interrupción de un día puede perjudicar el resultado final, ya que para entonces puede haber empezado a formarse sobre el revoco una película de carbonato cálcico que puede impedir una buena trabazón; es por ello que se recomienda a veces un raspado superficial antes de proseguir). Pasadas esas horas, el primer tendido ya tiene la dureza suficiente como para impedir que nuestras cuchillas o vaciadores lo dañen al escarbar.

Los seguidores de esta variante técnica encuentran otro inconveniente: al haber extendido la segunda capa cuando la primera estaba bastante dura, hemos dado lugar a que en la superficie rugosa de contacto entre ambas se mezclen los colores de los tendidos, con la particularidad de que además esa superficie de contacto es la que vamos a descubrir cuando esgrafiemos. El resultado no es del todo satisfactorio estéticamente, puesto que el color del fondo no va a obtener la limpieza requerida al estar salpicado de manchas provenientes del revoco superior.

  1. La última variante supone la solución definitiva a los problemas de las dos anteriores. Se trata en realidad de un esgrafiado de tres tendidos, aunque el aspecto es el de un esgrafiado a dos tendidos. Para la primera capa se procede como en los casos anteriores, esperándose hasta el día siguiente para continuar nuestra labor. Sobre esta capa – ya con una dureza suficiente – se va a extender otra finísima en su grosor, y del mismo color que la anterior, que la protegerá del color del último revoco. Cuando esta segunda capa tiene la consistencia requerida, se procede a extender el último revoco que será – como de costumbre – de distinta pigmentación. A la hora de esgrafiar, se rascarán las capas hasta alcanzar la superficie de la primera de ellas; el revoco intermedio nunca quedará a la vista, si bien su función es esencial si queremos conseguir la plenitud y limpieza requerida.

Un revestimiento para fachadas de otra época: EL ESGRAFIADO

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