El mundo lo dirigen personas vulgares

El mundo lo dirigen personas vulgares. El mundo, en su gran mayoría, está dominado y dirigido por personas vulgares. La mayoría de nosotros somos seres vulgares, es decir, pertenecemos a lo común, en contraposición a los seres especiales, que lo son porque forman parte de un grupo singular, y que definimos aquí como sabios.

Empezar diciendo que el que escribe esto se considera una persona vulgar, es decir, que pertenece a la gran mayoría. Este artículo no es un alegato a favor de los sabios, y tampoco pretende ser un menosprecio de los que nos consideramos vulgares.

La mayoría de nosotros somos muy vulgares y algunos llegan a dirigir a la sociedad

La mayoría de nosotros somos muy vulgares y algunos llegan a dirigir a la sociedad

¿Qué caracteriza a las personas vulgares?

Las personas vulgares somos lo más parecido a nuestros ancestros animales como el mono o el cocodrilo, lo único que nos diferencia de este último son los medios que utilizamos para sobrevivir, por ejemplo, el cocodrilo, utiliza el instinto más básico de supervivencia, que amparado en la fuerza bruta, le sirve para ocupar los mejores puestos de caza, matar a sus adversarios y reproducirse asegurando la perpetuación de sus  genes. Nosotros como seres humanos, utilizamos nuestro ingenio y mayor capacidad de racionamiento para competir con nuestros congéneres y asegurarnos la supervivencia de la misma forma que lo hace el cocodrilo, aunque algunos piensen que hay enormes diferencias, quizás no sean tan grandes....

Como los vulgares dominamos el mundo, es decir somos mayoría, imponemos nuestras reglas y nuestra forma de entender lo que nos rodea, es decir, lo que desde antiguo se ha llamado naturaleza. Los vulgares, tenemos la costumbre de desplazar a aquellos que son diferentes a nosotros por el simple hecho de serlo y nuestro cerebro de reptil nos lleva a competir entre nosotros por asegurarnos la supervivencia.

Y aquí hacemos un inciso para hablar de lo que hay en día se define como una palabra maravillosa y cargada de simbolismo y de esperanza, la competencia. La competencia o competitividad parece que es la palabra comodín para referirse a todo aquello que tenga que ver con progreso, desarrollo y, qué casualidad, perpetuar nuestra existencia. Apelando a la teoría de la evolución de Darwin, muchos creen que en la competencia está la base de nuestro desarrollo como sociedad, los vulgares, que no solemos caracterizamos por nuestra capacidad de pensamiento, en comparación con los sabios, reducimos la competencia a la lucha fratricida y en ocasiones, la justificamos como único medio para evolucionar como sociedad y como personas, y lo que es más triste, ni nos paramos a pensar profundamente en que significa competir.

¿Qué caracteriza a las personas sabias? Los sabios son un reducido grupo de personas que han conseguido sacar mejor provecho de la capacidad de observación, memoria, y deducción de nuestro cerebro. Como seres "pensantes" están un paso más allá en la evolución que las personas vulgares, pero a nivel físico son exactamente iguales. Como la evolución es algo muy lento, para que la sociedad vaya evolucionando y se vayan imponiendo los sabios, tiene que pasar muchísimo tiempo, y es por ello que, hoy los sabios son una minoría solitaria e incomprendida dentro de nuestra sociedad

¿Y quienes son los vulgares y quienes los sabios? Como hemos dicho al principio, la mayoría de nosotros somos personas vulgares, en general, esto no traería mayores consecuencias si no fuese porque nuestra organización social es tremendamente compleja. En una sociedad de hormigas, que todas sean vulgares no afecta a la convivencia general, pero en la sociedad de las personas, el hecho de que la mayoría seamos vulgares trae graves consecuencias, sobre todo si tenemos en cuenta que dentro del grupo de los vulgares existe un subgrupo que encima tiene matices de necedad, es decir, no quiere reconocer que son vulgares sino más bien todo lo contrario. Uno de los grandes problemas de la sociedad actual es que estamos dirigidos por personas vulgares y necias. Esto no es nuevo, ya que desde la Antigua Grecia se apelaba por una sociedad dirigida por los sabios, pero lamentablemente el cerebro reptil del  humano sigue siendo mucho más dominante que otras partes más sensibles, y a día de hoy, lo cierto es que es triste ver como la gran mayoría de personas que dirigen nuestras sociedades son todo lo contrario a un sabio.

Los ejemplos nos rodean:

-Grandes empresarios dominados por la usura  y sin escrúpulos (con cerebro de reptil) que someten a otras personas a trabajos injustos y precarios. 

-Países enteros dominados por el egoísmo de unos pocos que ven como la población se muere de hambre sin tener la menor sensibilidad, lo que demuestra que están más cerca de un mono que de lo que consideramos una persona.

-Un sistema que nos lleva a maltratar el planeta a sabiendas de que salimos todos perjudicados. Y esto sí que es singular, ya que la conciencia de los animales no les permite medir las consecuencias de sus actos, sin embargo, el ser humano actúa aún a  sabiendas de que se está haciendo daño así mismo.

-Dirigentes incapaces de dirigir una sociedad hacia el bien común, algunos porque son literalmente inútiles, pero otros muchos porque están dominados por un egoísmo  propio de un cocodrilo.

¿Y quienes son los sabios? Hay pocos sabios, pero los hay. La mayoría de ellos son personas que han dedicado su vida a pensar, estudiar, meditar, investigar, crear y sobre todo, lo que es más importante, saberse diariamente ignorantes, algo que los vulgares no hacemos.

Los sabios, salvo grandes excepciones, son desplazados por el resto de las personas por considerarlos diferentes. Ya desde pequeños aprendemos a marginar a aquellas personas que por alguna razón demuestran mejores capacidades que nosotros, por ejemplo a los que son más listos y sacan mejores notas, a las personas más sensibles por considerarlas más débiles, a los que se muestran diferentes porque nos dan miedo, etc… sin embargo, ¿a qué nunca marginamos al más fuerte de la clase? Qué curioso,  nunca marginamos al cocodrilo, porque en realidad quizás todos deseemos ser cocodrilos, y por eso muchos  terminamos formando parte del grupo de los vulgares, y como mayoría que somos, algunos de nosotros termina dirigiendo de una u otra forma esta sociedad.

 

El mundo lo dirigen personas vulgares

La mayoría de nosotros somos muy vulgares y algunos llegan a dirigir a la sociedad